Abscesos hepáticos: diagnóstico, tratamiento y pronóstico

Abscesos hepáticos

Los abscesos hepáticos tienen su origen en bacterias, hongos o parásitos.
La amebiasis provoca la formación de quistes amebianos.
El absceso hepático por piógeno es una colección de pus provocada por bacterias (principalmente H. Coli).
En los países desarrollados, los abscesos piógenos son más frecuentes, si bien las amebas son la causa más extendida en todo el mundo.
Los abscesos hepáticos amebianos se manifiestan mediante leucocitosis, fiebre y dolor de estómago.
La historia clínica es importante para las enfermedades concomitantes.
Los pacientes con amebiasis pueden experimentar diarrea y pérdida de peso, aunque en algunos casos esta enfermedad es asintomática.

Con frecuencia, los abscesos piógenos se manifiestan junto a colangitis, sepsis e infecciones abdominales.
En casos raros, los abscesos pueden romperse dando lugar a una peritonitis.

Características de los abscesos hepáticos piógenos
Los abscesos pueden ser únicos o múltiples. Por lo general, el lóbulo derecho se ve afectado dos veces más que el izquierdo; en el 5% de los casos es bilateral.
En la mayoría de los casos son secundarios a raíz de una infección originada en el abdomen (colangitis, diverticulitis, apendicitis, enfermedad de Crohn, úlcera péptica perforada).

La infección puede producirse en el hospital (debido a una biopsia hepática o a un stent biliar obstruido).
La endocarditis bacteriana y la infección dental son otras de las causas.
En el 15% de los casos no existe ninguna causa.
Es más común en pacientes inmunocomprometidos.
El 15% de los adultos con absceso hepático tiene diabetes.
La cirrosis hepática es un factor de riesgo importante.
El absceso hepático es una complicación de la cateterización de la vena umbilical en los recién nacidos. En los niños y adolescentes puede deberse a un sistema inmunitario débil o un traumatismo.

 

Síntomas de absceso hepático

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Diagnóstico de absceso hepático

Para los abscesos hepáticos piógenos, el cultivo de sangre (hemocultivo) es positivo hasta el 50% de los casos, con fosfatasa alcalina y glóbulos blancos elevados.
La hiperbilirrubinemia, con o sin ictericia, se produce en menos del 50% de los pacientes.
Los exámenes instrumentales por imágenes son el TAC, la resonancia magnética y la ecografía.
Se debe considerar el drenaje percutáneo (con una aguja introducida desde el exterior, sin incisión) guiado por ecografía o TAC para la confirmación y para el cultivo.

Diagnóstico diferencial

 

Tratamiento para el absceso hepático

Absceso hepático piógeno
Se deben administrar antibióticos de amplio espectro antes de recibir los resultados de los cultivos, como la penicilina, un aminoglucósido, y el metronidazol.
Se puede utilizar una cefalosporina de tercera generación en pacientes de edad avanzada o si la función renal se ve amenazada.

Absceso hepático amebiano
El metronidazol es el tratamiento más utilizado. El 95% de los pacientes con absceso hepático amebiano se recuperan con este simple medicamento.

Drenaje
La mayoría de pacientes con absceso hepático piógeno o amebiano no consigue curarse con antibióticos. Si los medicamentos no bastan, se puede realizar un drenaje guiado por ecografía o TAC.

 

Pronóstico y tiempo de recuperación del paciente con absceso hepático

Absceso hepático piógeno: el diagnóstico precoz y el tratamiento con antibióticos mejora el resultado, pero las tasas de mortalidad siguen siendo del 5-30%.
Los factores que influyen en el pronóstico son:

  • Shock,
  • Coagulación intravascular diseminada,
  • Inmunodeficiencia,
  • Diabetes,
  • Formaciones cancerosas conectadas,
  • Drenaje quirúrgico ineficaz.

Absceso hepático amebiano: desde la introducción de un diagnóstico precoz y un tratamiento efectivo, las tasas de mortalidad se han reducido del 1-3%.

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Me llamo Giovanni Defilippo, trabajé de médico de cabecera en Rubiera (pueblo entre Reggio Emilia y Módena en Emilia-Romaña) y tengo 40 años de experiencia (Número de Inscripción al Colegio de los Médicos de Reggio Emilia: 1373). Biografia completa del Dr. Giovanni Defilippo